Cuando empecé a tallar la madera vivía en una casita al pie de la "Fortaleza de Chipude" en La Gomera. No teníamos ni electricidad y nos acababan de poner el agua corriente.
En las caminatas por los montes gomeros me encontraba ramas secas, las cuales convertía en cucharitas y cuencos con la ayuda de una vieja gubia y una navaja.
Por no tener, no tenía ni taller.Solo un improvisado banco de trabajo al aire libre.
Poco a poco evolucionaba mi trabajo.Me compraba gubias mejores, hazuelas, serruchos y al cabo de gritar muchas veces: "¡ Quiero un taller ! se hizo realidad.
La verdad es que trabajar la madera a mano te hace conocerla en profundidad.
Sientes sus vetas, sus nudos.
Donde se resiste, por donde puedes trabajarla.
Aquí os muestro las herramientas que me acompañaron mucho tiempo en mi aventura con la talla de madera.
En las caminatas por los montes gomeros me encontraba ramas secas, las cuales convertía en cucharitas y cuencos con la ayuda de una vieja gubia y una navaja.
Por no tener, no tenía ni taller.Solo un improvisado banco de trabajo al aire libre.
Poco a poco evolucionaba mi trabajo.Me compraba gubias mejores, hazuelas, serruchos y al cabo de gritar muchas veces: "¡ Quiero un taller ! se hizo realidad.
La verdad es que trabajar la madera a mano te hace conocerla en profundidad.
Sientes sus vetas, sus nudos.
Donde se resiste, por donde puedes trabajarla.
Aquí os muestro las herramientas que me acompañaron mucho tiempo en mi aventura con la talla de madera.
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